Que las pequeñas y medianas empresas son el motor de la economía mexicana y es algo que ya no sorprende a nadie. Suponen la práctica totalidad del tejido empresarial nacional y dan empleo a casi siete de cada diez trabajadores. A nivel mundial, la situación no es muy diferente, y la aportación de este tipo de empresas a la economía mundial es bastante similar.
Según un reciente estudio de la Organización Mundial del Trabajo, las pequeñas unidades económicas generan el 70% del empleo total. De hecho, no hay ningún país de los 99 analizados por el estudio donde este paradigma no sea válido (en todas las regiones del mundo excepto América del Norte).
Sin embargo, una de las conclusiones del estudio es que la aportación de las pymes al empleo total disminuye a medida que los ingresos del país aumentan. Esta situación se da en algunas zonas más que en otras, fundamentalmente en países pertenecientes geográficamente a Asia Meridional, Oriente Medio y África.
Pero incluso en países de ingresos altos, el 58% del empleo se concentra en unidades económicas pequeñas, mientras que el 62% se genera en el conocido como sector informal, donde las condiciones de trabajo en general suelen ser inferiores.
Ante este contexto, las conclusiones y recomendaciones del estudio no podrían estar encaminadas hacia otra cosa que no fuese el apoyo a las pymes. La OIT insta a través de él a los gobiernos a instaurar políticas y estrategias de apoyo a estas»pequeñas unidades económicas» en materia de desarrollo económico y social.
Y, por supuesto, recomiendan y hacen hincapié en que el empleo que creen las pymes sea decente, es decir, con derechos, sin discriminación, en condiciones de salud y seguridad y con unos ingresos que permitan a las personas vivir de manera digna y con protección social